San Lázaro no quiere a los cubanos de rodillas (2024)

LA HABANA, Cuba. – Si me dijeran pide un deseo, como le sucedió al sujeto lírico de una canción de Silvio Rodríguez, me resultaría difícil disponer, y hasta creo no sabría elegir, al menos con premura y en medio de tantas avideces insatisfechas. Si me dijeran pide un deseo tendría que ponerme a pensar, a hurgar, a reconocer las muchas cosas que no tengo y que sería justo conseguir. Si ahora mismo apareciera un Aladino asegurando que mis deseos se convertirán en órdenes que cumplirá solícito, y además veloz, no sabría que responder, y lo más probable es que guarde silencio, un silencio enorme y desolador.

Si me dijeran pide un deseo, después de advertirme que, cualquiera que éste sea, será cumplido con urgencia y sin condiciones, me quedaría aturdido, y lo más natural será que responda diciendo, para seguir en la “trova”, que: “son tantos que se atropellan”. Sin dudas priorizar un deseo en medio de tantas carencias resulta difícil en extremo, y eso nos pasa con muchísima frecuencia a los cubanos. Los cubanos dudamos tanto que se nos vuelve difícil desear. Los cubanos no sabemos decidir porque hemos perdido la costumbre de acariciar un deseo.

Los cubanos no se atreven a hacer públicos esos deseos. Y no debía ser así, porque la mayor verdad es que los habitantes de esta Cuba estamos llenos de apetitos que jamás conseguimos satisfacer, y esas avideces van desde las más primarias e imprescindibles hasta las más extravagantes, esas que por acá tienen apariencias de “imposibles”, al menos para una “mayoritaria mayoría”. Los cubanos sí que deseamos, pero reprimimos los apetitos, las aspiraciones, y es que nuestras “ganas” pueden acarrearnos gravísimos problemas. Nuestros deseos, la gran mayoría, son inconfesables porque pueden ser reprobados, castigados.

Desear una sabrosa comida navideña no basta para conseguirla, y mucho más ahora que suben los precios pero no la solvencia. A los cubanos, como a cualquier otro ciudadano del mundo, nos entusiasman las celebraciones, pero la mayoría de las veces las olvidamos porque el dinero en nuestros bolsillos siempre resulta insuficiente, y si por alguna casualidad creciera el volumen de la billetera puede suceder que crezca, aún más, el desabastecimiento, e incluso los precios.

Cuando le pregunté a Adriana si tenía algún deseo insatisfecho soltó una carcajada. “¿Quién no los tiene?”, me preguntó y yo me encogí de hombros. “Tengo muchos pero no valdría la pena enumerarlos. No resolvería nada”, asegura Adriana, mientras Ramón también advierte los suyos, esos que parecen muy elementales. Él sueña con un salario decoroso y con una despensa bien surtida, mientras Angélica solo imagina un paseo, unas “vacaciones lindas”, y cuando le pregunto cómo serían, dice que le gustaría una casita en una apartada playa para estar con su familia; eso y nada más.

Sin dudas nada tienen de extraordinarios esos deseos. ¿Qué tendría de sorprendente soñar con un viaje que te aleje de un circuito de costas que sofocan, de litorales que oprimen? No hay extravagancia en los deseos cubanos. Lo raro, lo increíble, es la quietud, el silencio, la ausencia de reclamos. Raro, controversial, resulta que los cubanos no exijan al gobierno y que pongan su futuro en manos divinas, que supongan que solo una deidad puede decidir sus futuros. Los cubanos, como los animales, son guiados por el instinto de supervivencia. La supervivencia, una estabilidad mediana, nos satisface, al menos en apariencia.

Nuestro instinto de supervivencia es casi idéntico al que exhiben los animales. Nuestras intuiciones, el miedo al ahogo, nos llevan a insuflar con aire los pulmones, y nada más. Los cubanos no se permiten pensar en una libertad real; acá se sufre, silenciosamente, por las oprobiosas normativas del poder, pero no se reclaman los derechos, no se radicalizan los reclamos. En Cuba todo discurso es un galimatías, una prueba de toda la confusión que nos invade. Los estudios académicos que señalan las ausencias de libertades se tornan tan farragosos que no dicen nada, que nos mantienen en el absurdo y nos dejan más atrás de la colonia.

Nuestros discursos son tan densos, tan pesados, como este que escribo ahora, que no nos llevan a ninguna parte. Hoy mismo muchos cubanos harán sacrificios enormes. Muchos serán los que lleguen de rodillas hasta el templo de San Lázaro y otros arrastrarán una piedra enorme aferrada a sus tobillos. Otras piedras más lacerando las anatomías de unos fieles que sueñan con un cambio en sus vidas, con el fin de un poder atroz, pero solo lo reclamarán a San Lázaro y, lo peor, con más expiaciones. En lugar de hacer demandas a Raúl Castro, a Díaz Canel, muchos son los cubanos que reclamarán al santo, a la imagen del santo.

Muchos volverán confiados a casa. Multitudes supondrán que sus pedidos a San Lázaro serán atendidos, y esperarán una señal del santo sin que a otros la exijan. Y el año próximo se repetirán los mismos encargos. Otra vez llegará la demanda para que se haga cierta la posibilidad del viaje, un matrimonio favorable que también consiga una geografía nueva y muy distante. Hoy el santo comprobará esos sacrificios, algunos de ellos, quizá muchos, con tintes teatrales. Y me preguntó qué pensará San Lázaro de sus devotos. ¿Creerá que somos culpables de nuestras desgracias? ¿Nos creerá pedigüeños y poco sacrificados? ¿Nos supondrá pasivos? ¿Tendrá ganas de atendernos?

San Lázaro no puede, no quiere, hacer él solo las cosas. Ya un 17 de diciembre se pusieron de acuerdo Obama y Raúl Castro, pero ni las muchas mazorcas de maíz, ni las palomas, los chivos y las jutias consagradas a Babalú Ayé impidieron el enfriamiento que vino luego. Quizá San Lázaro esperaba de nosotros algo más y no le hicimos caso, no lo atendimos, o no lo entendimos. Me gusta creer que San Lázaro quiere lo mejor para nosotros, pero no está dispuesto a regalarlo, él debe estar reclamando un sacrificio mayor que ese que ofrecen sus devotos, algo que vaya más allá de hacer “el camino al Rincón”, algo que no sea hacer el camino de rodillas.

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San Lázaro no quiere a los cubanos de rodillas (2024)

FAQs

¿Por qué los cubanos veneran a San Lázaro? ›

En el catolicismo cubano, Lázaro, santo patrón de los pobres y enfermos , es representado como un mendigo sin hogar rodeado de perros. Algunos dicen que fue un obispo del siglo IV, pero la mayoría de los cubanos lo imaginan como el Lázaro bíblico: el pobre que no puede entrar al reino de los cielos, a quien Jesús resucita de entre los muertos.

¿Qué tan milagroso es San Lázaro? ›

San Lázaro es reconocido como el 'Santo de los Milagros', y según creyentes, se cree que tiene la capacidad de interceder ante Dios en respuesta a las peticiones y necesidades de aquellos que lo invocan con fe.

¿Dónde está San Lázaro en Cuba? ›

Ubicación: Carretera de San Antonio de los Baños, La Habana - Cuba.

¿Qué significa babalú en cubano? ›

Es el Orisha que simboliza la muerte y la enfermedad, así como la cura para todo tipo de dolencias. Babalú-Ayé es un título que se traduce como ' padre del mundo' .

¿Cuál es el santo patrón de Cuba? ›

Nuestra Señora de la Caridad adquirió el título de La Virgen Mambisa o Virgen de la Independencia de Cuba. El 24 de septiembre de 1915 los revolucionarios cubanos escribieron una carta solicitando al Papa Benedicto XV que la honrara como Patrona de su país.

¿Que se le da de comer a San Lázaro? ›

Se le ofrenda maíz tostado, menestras de diferentes granos, mazorcas de maíz asadas, pan quemado, agua de coco, vino seco, ajo desgranado, pescado y jutía ahumados, cocos, cocos verdes, cebolla, corojo, cogote de res, etc.

¿Qué significan los perros de San Lázaro? ›

Los canes son llevados ante una imagen del santo, patrono de los pobres y enfermos, en uno de los costados del altar del templo, en agradecimiento por favores que le atribuyen. La fiesta se origina en la parábola del evangelio sobre el rico y Lázaro, un mendigo al que lo acompañaban perros para lamerle las llagas.

¿Cuál es el santo que te ayuda a salir de tus deudas? ›

"San Cipriano, bendito entre los santos, suplico tu favor.

¿Qué significa la palabra Babalu? ›

Babalú-ayé es la deidad de la viruela, de la lepra y de las enfermedades venéreas.

¿Los cristianos creen en San Lázaro? ›

Lázaro es honrado como santo por aquellas iglesias cristianas que mantienen la conmemoración de los santos, aunque en días diferentes, según las tradiciones locales . En los funerales cristianos, la idea de que el Señor resucite al difunto como lo fue Lázaro se expresa a menudo en la oración.

¿Qué significa Babalu en Cuba? ›

Es un orisha muertero, extremadamente poderoso y temido. Orisha de la lepra, la viruela, las enfermedades y, en general, de las pestes y la miseria. Representa las afecciones de la piel, las enfermedades contagiosas y las epidemias.

¿Por qué se considera santo a Lázaro? ›

Por tanto, Lázaro era “santo” porque creía en Jesucristo , así como toda persona que pone su fe en Jesucristo también es santo. De hecho, si has confiado en Jesucristo como tu Salvador, entonces tú también eres un santo.

¿Qué significa la imagen de San Lázaro? ›

Conocido por su historia de resurrección y como símbolo de esperanza y renovación, esta estatuilla es perfecta para añadir un sentido de fe profunda y milagrosa a su hogar, oficina o espacio de oración.

¿Qué día es San Lázaro en Cuba? ›

Cada día 17 de diciembre muchos de sus seguidores se visten con tela de saco. El centro del culto tiene lugar en el Santuario Nacional de San Lázaro ubicado en el poblado de Rincón, actual municipio Boyeros en la Provincia de La Habana.

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